Juan
Daniel, estudiante del IEMS, preso político del 20 de noviembre en
el zócalo capitalino.
#LIBERTADalosONCE
#LIBERTADaDANIEL
Juan
Daniel López Ávila es un joven de 18 años, nacido en el D.F. el 13
de julio de 1996, hijo mayor de Eréndira Ávila y de Juan Francisco
López, hermano mayor de Ariel de 15 años. Familia conocida por ser
unida, humilde y trabajadora.
Descrito
por familiares y amigos como un muchacho “alegre, juguetón,
interesado en el deporte, amoroso, acomedido, bueno, responsable,
tenaz, estudioso, optimista, con ganas de salir adelante”, ingresó
al IEMS Iztacalco el presente año. Es un joven que – refiere su
mamá - tiene muchos sueños y aspiraciones por terminar su
bachillerato e ingresar a alguna universidad.
Decide
ingresar al IEMS, después de haber desertado de una vocacional por
falta de ingresos económicos. Después de trabajar por un tiempo en
el negocio del reciclado con un familiar, resuelve retomar sus
estudios por estar convencido de ser ésta una mejor forma de vida.
Como
cualquier joven estudiante de México que acaba de cumplir 18 años,
con sueños y derechos, se unió el 20 de noviembre a los reclamos
multitudinarios por los desaparecidos de Ayotzinapa, para protestar
por la realidad de nuestra política mexicana.
Durante
los escasos 15 minutos en los cuales pudo hablar con su papá después
de haber sido detenido, Juan Daniel afirmó que al salir los
granaderos, él se sentó en el suelo para no ser agredido. A pesar
de ello, fue golpeado y se lo llevaron preso, simplemente por no
poner resistencia.
Todos
sabemos que en la manifestación del 20 de noviembre, existían
infiltrados provocadores para justificar la violencia de Estado, un
método ya detectado desde el 68. Ellos provocan a sus mismos
policías, para luego justificar la violencia sobre inocentes
inconformes que no tienen de otra forma para poder interrumpir sus
reclamos. Y otra vez los jóvenes fueron víctimas de la represión
del gobierno que tiene la obligación de cuidar a sus ciudadanos. El
Estado atenta contra sus muchachos. En esta ocasión los arresta y
los trata como los peores delincuentes: a los hombres los manda a una
prisión de alta seguridad en Perote Veracruz, y a las mujeres a la
de Nayarit.
Con
esta acción el Estado los desarraiga, les quita su lugar de origen.
Otra vez el Estado de Enrique Peña Nieto comete una infamia, trata
de amedrentar a través de la fuerza y no de la razón. Lo que no
toman en cuenta es lo que dijo un estudiante de Ayotzinapa: “nos
quitaron tanto, que ya nos quitaron el miedo”. Miles o millones de
personas en el mundo estamos solidarios con los crímenes de
Ayotzinapa, y ahora estamos unidos con los 11 presos políticos que
tiene el Estado como secuestro para amordazar las voces. No nos vamos
a quedar callados.
¡Ya
no maten a nuestros jóvenes!
¡Ya no los encarcelen!
¡No
los desaparezcan!
¡Presos políticos libertad!
Por
la libertad de los once
Por la libertad de Juan Daniel
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