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Estoy a favor de Zapata.
No a favor de Zapata como persona —no estoy a favor de hombre
alguno como persona—, sino de las cosas y la gente que defiende
Zapata.
Zapata defiende la
abolición de la esclavitud campesina mediante la repartición de
tierras al pueblo mexicano. Ha permanecido fiel a este programa desde
que se disparó la primera arma contra Díaz hace tres años y medio.
Madero trató de comprarlo; Huerta trató de comprarlo. Madero trató
de exterminarlo; Huerta trata de exterminarlo. Pero aún no se ha
comprado o exterminado a Zapata.
Zapata es sólo uno entre
miles de miles. A esta gente no le importa en particular qué
individuo se instale en el castillo de Chapultepec. Saben que nada
puede ayudarlos, sino tener tierras.
Todos los mexicanos
comprenden la causa básica de la guerra civil. Todo vocero de toda
facción digna de atención, de Porfirio Díaz a Huerta, ha admitido
en un momento u otro que el monopolio de la tierra es la causa
directa del aluvión de sangre. El número de personas que domina
México es inferior al número de personas que dominaba Francia antes
de la gran Revolución. Y estoy convencido de que en México hay más
harapos, más hambre y más efectos lastimosos de la pobreza.
Pero nosotros los
"cultos" y "superiores" estadounidenses pasamos
por alto esa realidad. Nosotros hablamos mucho y sin sustancia de la
"ignorancia" de los mexicanos. Si hay algo en que la
ignorancia de los mexicanos sobrepase a la ignorancia de los
estadounidenses sobre México, me gustaría saber qué es.
Sensatamente nos
preguntamos unos a otros si el pueblo mexicano sabe lo que quiere.
Analfabetos como son, los mexicanos que han tomado las armas saben
mejor lo que quieren que igual número de estadounidenses
"superiores" cuando van a las urnas; por cierto, saben
mejor cómo obtenerlo.
Nos preguntamos si en
verdad los mexicanos están listos para el autogobierno, si acaso no
necesitan que les enseñemos. Pero si nosotros no tenemos
autogobierno ¿cómo vamos a enseñar a otros?
Los mexicanos luchan con
armas contra un gobierno clasista. Nosotros aceptamos un gobierno
clasista —con su inherente explotación, sus injusticias
inevitables y sus ocasionales crímenes oficiales más flagrantes—
casi sin ningún murmullo de protesta. Lo que realmente intentan los
responsables de la presente campaña de intervención en México,
"con el fin de enseñar al pueblo mexicano el camino de la paz",
es que los mexicanos puedan ser disciplinados para someterse a una
explotación clasista interminable, de una manera dócil, como lo
hacemos nosotros los "superiores" estadounidenses.
Hace poco tiempo el
senador Fall* que es propietario de minas mexicanas y sabe que podría
capitalizarlas por una suma mayor si ondeara la bandera de las
estrellas y las barras, presentó una lista de lo que él llamó
"atrocidades" perpetradas contra ciudadanos estadounidenses
en México durante los últimos tres años. Sería fácil hacer una
lista consternante de "atrocidades" perpetradas contra los
mexicanos por los estadounidenses en nuestros estados fronterizos
durante el mismo periodo, pero no se ha escuchado que el senador Fall
abogue por la intervención armada en nuestros estados fronterizos
para proteger a los mexicanos.
Ciertamente, estoy
preparado para hacer una lista de atrocidades perpetradas durante el
mismo periodo contra los habitantes de West Virginia, Colorado y
Michigan por asesinos privados y la milicia estatal que haría
parecer la lista del senador Fall como un informe sobre rasguños y
lastimaduras en dedos y rodillas en un día de campo de la escuela
dominical. ¿Por qué el senador Ford** no demanda la intervención
para preservar las vidas de los estadounidenses en West Virginia,
Colorado y Michigan?
En cuanto al gobierno
constitucional, es tan notable por su ausencia en ciertas partes de
esos tres estados estadounidenses como en cualquier parte de México.
La doctrina Monroe no es
un tema importante, y nadie lo sabe mejor que quienes lo enarbolan
con fuerza como argumento para la intervención.
Algunos socialistas
convencidos de la maldad omnipotente del capital de Estados Unidos
quisieran creer que la Revolución mexicana es en el fondo una guerra
entre dos corporaciones petroleras rivales. El capital extranjero,
sea europeo o estadounidense, no ha originado ninguna de las diversas
revueltas de los años más recientes. Las maquinaciones de los
concesionarios extranjeros han complicado la situación como lo han
hecho las ambiciones personales de varios líderes, pero la lucha en
el fondo es y siempre será una lucha entre el monopolio de la tierra
y aquellos que no poseen tierras. El dinero estadounidense ha sido
decisivo sólo en su influencia sobre la política del gobierno de
Estados Unidos. Al haber rastreado la historia de los cuatro últimos
años estoy en posibilidad de probar que el gobierno estadounidense
ha obstaculizado una y otra vez la lucha de México por la libertad,
injusta e ilegalmente, a favor del despotismo y la reacción; ha
interferido de manera decisiva y como resultado de tal interferencia
es responsable directo de la continuación de la guerra y la pérdida
de miles de vidas.
Para que nadie aquí se
apresure a alabar al presidente Wilson diré que no obstante que su
política mexicana es preferible a la que Taft hubiera seguido,
cuando se escriba la historia de los pasados trece meses estará
claro que no ha demostrado ser cabalmente sabio ni cabalmente
sincero.
El mundo nunca ha visto
una revolución más justificable y necesaria que la revolución de
Zapata. Sin embargo, Zapata nunca podrá convertirse en presidente de
México; su revolución es demasiado intransigente para eso. Huerta
va a caer pronto, a menos que lo apoyen los gobiernos extranjeros.
Félix Díaz es una nulidad, servil y ridícula. Carranza y Villa han
prometido grandes reformas en lo tocante a la tierra. Carranza puede
convertirse en el presidente de México. Si lo logra y si se inclina
a incumplir sus promesas agrarias puede esperarse que Zapata le pida
cuentas.
Si se emprende la
intervención,* ésta supuestamente se efectuará sobre profundas
bases morales, pero en realidad su propósito será promover los
esquemas de los estadounidenses ricos que les permitan apoderarse de
los recursos nacionales de México y asegurar el collar y la cadena
sobre el cuello del peón mexicano. Seguiría una guerra de conquista
desastrosa tanto para México como para Estados Unidos.
La intervención no
traerá paz a México. Nada traerá la paz excepto la exterminación
de los ejércitos de los que carecen de tierras o el reparto agrario.
Si mi país interviene contra Zapata, estaré a favor de Zapata.
* "Why I am for
Zapata", New Review, Nueva York, junio de 1914. Tomado del muy
revelador libro de Eugenia Meyer John Kenneth Turner, Periodista de
México.
* Albert B. Fall. **John
S. Ford.
* De hecho el bombardeo y
desembarco de las tropas estadounidenses en Veracruz tuvo lugar el 21
de abril de 1914.
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