Tómate diez minutos para leer esto si te interesa comprender a las prepas del D. F., su modelo y su lucha

Para entender al IEMS

En estos días de crisis educativa nacional y de reformas estructurales no muy bien pensadas valdría la pena dedicar diez minutos para leer por qué los profesores nos empeñamos tanto en defender el modelo educativo del Instituto de Educación Media Superior (IEMS).

Para comenzar, entendamos que para que un profesor sea contratado en el IEMS se le exige título de licenciatura en el área a impartir y dos años previos de experiencia docente. Hace todo tipo de exámenes y –además- lo entrevistan personalmente directivos y consultores encomendados al proceso de selección. Esto asegura que toda su planta docente posea una certificación mínima.

De manera adicional, el IEMS ha procurado implantar, desde sus inicios en la Antigua Cárcel de Mujeres, un sistema de bachillerato que aspire a la vanguardia basado en un modelo tutorial, esto es, en la atención y seguimiento personalizados a cada estudiante, entendiéndolo a él como el protagonista del proceso de enseñanza-aprendizaje, sujeto de su propia formación, para lo cual se le entrena desde los primeros semestres en investigar, experimentar y reflexionar en los ejes humanístico, científico y crítico. Grupos reducidos (de no más de 30 estudiantes) y cubículos especiales (para profesores y alumnos) facilitan esta atención. El perfil de egreso se corrobora con la réplica oral de una tesina denominada Proyecto de Problema Eje (PPE). Con programas de estudio diseñados por una planta de Docentes-Tutores-Investigadores (DTI) titulados (varios incluso con posgrados y/o diplomados en distintas instituciones, medallas, reconocimientos y publicaciones indexadas), y en trabajo colegiado interdisciplinar constante, se atiende a comunidades marginadas social y económicamente en grupos reducidos que, sin embargo, ofrecen la misma eficiencia terminal proporcional que el resto de sistemas de bachillerato, y esto sin aplicar exámenes de ingreso. Hoy muchos ex-estudiantes del IEMS egresan ya de las universidades públicas y privadas. Muchos han continuado estudios en Cuba, Corea, Egipto y EU. Muchos han cursado estudios de posgrado.

Hoy por hoy, la educación media superior es el intervalo formativo más estratégico en México, por atender a la población que en el futuro inmediato decidirá los destinos del país. Es indispensable garantizar su calidad con profesores titulados, comprometidos y en constante perfeccionamiento. Los planes y programas de estudio deben permanecer en constante evolución para encajar entre las vanguardias globales. El modelo de bachillerato tutorial del IEMS responde a esa necesidad de “construir futuro”, enfocándose en la calidad del perfil -más que en la cantidad (mal llamada “eficiencia terminal”)- de los egresados. A los antes mencionados protocolos para la admisión de sus trabajadores cabe sumar otros instrumentos que dan cuenta de una continua evaluación del personal, especialmente a los DTI: listas de asistencia, Programa Académico Personal, Informes de Corte, Informe Final, minutas de reuniones académicas, asistencia a Jornadas Académicas, Declaración Patrimonial, llenado cualitativo y detallado de evaluaciones (diagnóstica, formativa, compendiada), evaluación perceptual por parte del estudiantado, autoevaluación docente, etc.

Si el IEMS garantiza hoy por hoy una educación de alta calidad, ¿por qué entonces el bajo número de egresados?

La respuesta objetiva está en el origen mismo del IEMS. Esta institución fue concebida para responder al derecho de todos los mexicanos a acceder a la educación media superior (hoy obligación constitucional), un derecho negado por otros modelos de bachillerato cuando discriminan en su ingreso a aquellos estudiantes que no tengan un promedio mínimo y/o que no aprueben –según sus propios criterios- un examen de ingreso y/o que no tengan los recursos suficientes para solventar sus estudios. Esa discriminación convierte a la mayoría de estudiantes de bachillerato en una población de elite. En contraste, el IEMS, al exigir como únicos requisitos el Certificado de Secundaria y superar un sorteo aleatorio, es el sistema que más se acerca al mandato constitucional de ser democrático, gratuito y de calidad. Recibimos así alumnos de zonas consideradas socioeconómicamente marginales, varios rechazados por otros modelos educativos y muchos sin hábitos de estudio consolidados. En otras palabras: hemos logrado hacer llegar una preparatoria de avanzada donde realmente más se necesitaba.

Si no hay suficientes egresados es: 1. Porque nuestro ingreso y los grupos son necesariamente reducidos (para asegurar la atención personalizada); 2. Porque muchos de nuestros estudiantes tienen urgencias que los distraen de sus actividades académicas (el hambre, la familia, el trabajo, la violencia en formas inimaginables, etc.); 3. Porque no hay todavía suficientes preparatorias; 4. Porque no se ha apoyado lo suficiente la investigación educativa institucional (cada nuevo alumno trae un perfil específico, luego entonces exige que cada profesor analice y desarrolle estrategias didácticas específicas).

A este respecto, la Reforma Educativa Federal supone que puede “corregir” nuestro problema al homologar los dispositivos de contratación y evaluación de los profesores, universalizar un solo modelo de bachillerato en todo el país y buscar la “eficiencia terminal” a toda costa. Esto significaría la desaparición del actual Sistema de Bachillerato del GDF, pues su modelo tutorial resulta sobrado en el nuevo esquema. Las actuales asesorías, y el seguimiento y acompañamiento personalizado, y el trabajo de investigación educativa y disciplinar serían además imposibles ante el eventual y ya sentenciado crecimiento poblacional de los grupos por atender (aumentar el ingreso para incrementar el egreso). Junto a otros “obstáculos” para el egreso, se abrogaría el Proyecto de Problema Eje con el que hoy los estudiantes del IEMS son declarados aptos para redactar investigación básica en cualquier universidad. Un aspecto particularmente absurdo de la reforma es la imposición de un evaluador de los profesores de naturaleza externa a las escuelas y ajena totalmente al ámbito de las funciones docentes, cuando lo lógico es que el mismo sistema educativo genere sus indicadores de calificación (a la fecha no hay instancia exterior capaz de entender, valorar y evaluar el modelo tutorial del IEMS).

El 30 de junio de 2014 la Asamblea Legislativa del DF reconoció que la Reforma Educativa significaría un retroceso para la educación media superior en la Ciudad de México pues, lejos de fortalecer el modelo educativo del IEMS (su modelo tutorial), violenta los derechos laborales del trabajador contraviniendo incluso tratados internacionales en la materia.

En contraste con esa desorientada reforma (más laboral y administrativa que realmente educativa), los años de experiencia en el IEMS nos permiten ofrecer hoy otras soluciones: 1. Descuantificar institucionalmente la noción de eficiencia terminal, priorizando el criterio de cómo egresan nuestros alumnos sobre el de cuántos egresan; 2. Apoyar y fortalecer la tutoría con el fin de mejorar paulatinamente la atención personalizada a nuestros estudiantes; 3. Apoyar y fortalecer la investigación educativa para impulsar en cantidad y en calidad el desarrollo de estrategias didácticas que faciliten el aprendizaje de los estudiantes así como para propiciar la buena evolución de los planes y programas de estudio; 4. Apoyar y fortalecer la investigación disciplinar con el propósito de que los profesores sigan actualizándose y mejorando en sus particulares campos de estudio, que son por cierto sus mismos campos de enseñanza; 5. Escuchar las necesidades y propuestas de estudiantes, profesores y trabajadores del IEMS; 6. Entender que todo esto no podrá ser mientras los rubros de la tutoría y la investigación no sean reconocidos en el perfil laboral del profesor mediante su plena integración salarial; 7. Reconocer institucionalmente prácticas educativas como el teatro, las publicaciones, los seminarios, los congresos; 8. Reconocer institucionalmente mediante su basificación y dignificación salarial a los médicos escolares, a los trabajadores de intendencia y a los profesores del sistema semiescolarizado; 9. Reconocer la antigüedad objetiva de todos los trabajadores.

Se ha propuesto además como antídoto a los estragos reformistas una integración del IEMS a la UACM.

Otra alternativa legal todavía no considerada seriamente por los diputados locales que ya trabajan en las leyes secundarias de la Reforma Educativa Federal sería el construirnos una autonomía orgánica con independencia normativa, funcional y presupuestal. Ojalá lo consideren.

Finalmente, una solución real al rezago educativo cualitativo del país sería que todas sus instituciones educativas se parecieran un poco más al IEMS.

Comunidad de la Preparatoria Iztapalapa 1

(Responsable de la redacción: Jorge Prado Zavala)

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