Agenda ciudadana
Publicada: 29 diciembre 2011
Lorenzo Meyer (*)
A raíz de los "errores de diciembre" de Enrique Peña Nieto, el
precandidato presidencial único del PRI, en la Feria Internacional del
Libro de Guadalajara -donde no supo cómo resolver el asunto de los tres
libros que más le habían marcado en su vida- y en otra entrevista
posterior, donde mostró no conocer el precio del alimento básico de
México, se habló de la posibilidad de sustituir al precandidato.
El presidente del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, en su primera
conferencia de prensa se apresuró a descartar tamaña posibilidad a la
que calificó de "impensable". Para reforzar su argumento, Coldwell
afirmó que Peña Nieto era un candidato "sólido" y "plenamente capacitado
para gobernar al país" porque, entre otras cosas, había estudiado en
dos instituciones universitarias "muy prestigiadas". Coldwell se
refería, desde luego, a la Universidad Panamericana y al Instituto
Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, dos centros de
enseñanza privados donde el ex gobernador del Estado de México obtuvo
una licenciatura en Derecho y una maestría en Administración de
Empresas, respectivamente.
El caso de Peña Nieto viene hoy muy
al cuento para ilustrar uno de los grandes cambios en la formación de la
élite política mexicana: su educación formal. Es natural que los dos
ocupantes de la presidencia provenientes del PAN, Vicente Fox Quesada y
Felipe Calderón Hinojosa, hayan estudiado en instituciones de enseñanza
superior privadas -la Universidad Iberoamericana el primero y la Escuela
Libre de Derecho el segundo- pero que también lo haga el actual
candidato priista es un indicador de una transformación importante en la
socialización de la dirigencia de México y del que ya sólo la izquierda
se aparta.
La tesis de Peter Smith
En 1979 un
historiador norteamericano publicó "Labyrinths of power: political
recruitment in twentieth-century Mexico" (Princeton University Press),
que apareció en español hasta 1981 como "Los laberintos del poder. El
reclutamiento de las élites políticas en México, 1900-1971" (El Colegio
de México). Se trata de una obra de historia contemporánea donde el
autor, usando datos biográficos de centenares de políticos mexicanos y
empleando métodos cuantitativos, caracterizó al grupo gobernante y a sus
cambios a lo largo del siglo XX.
Para Smith, la élite política
mexicana la componen los presidentes (y, al inicio, vicepresidentes),
los miembros del gabinete y subgabinete (subsecretarios, oficiales
mayores y similares), directores de empresas paraestatales y agencias
descentralizadas, presidentes del partido en el poder, gobernadores,
senadores, diputados (incluye a los delegados a la Convención de
Aguascalientes y al Constituyente de Querétaro) y los embajadores; en
total 6,302 individuos.
Smith considera que pasar por las aulas
universitarias era -y es- un requisito fundamental para una carrera
política que busca llegar a la cúpula del poder. En 1900 llegar a la
universidad o a un instituto equivalente, cuando la tasa de
analfabetismo en México era de 74%, se podía considerar un privilegio
mayor al que es en la actualidad, cuando esta falla en nuestra educación
sólo afecta a menos de 8% de los mexicanos. De todas formas, hoy sólo
16% de los mexicanos de 24 a 64 años tienen estudios universitarios,
pero más de 90% de los altos cargos políticos han pasado por la
universidad.
¿Para qué le sirve?
Smith asume que el
ejercicio del liderazgo político requiere de los conocimientos y
habilidades que se imparten en las universidades. Incluso la élite
política que surgió de la Revolución en su mayoría tuvo alguna
preparación en las aulas de universidades o institutos estatales y más
de 50% obtuvo el grado. Sin embargo, la universidad no sólo sirve para
hacerse de conocimientos y habilidades sino para algo igualmente o más
importante: relacionarse con la cultura política dominante y las varias
subculturas que le rodean, acercarse a los líderes políticos, participar
en movimientos y establecer relaciones personales con los condiscípulos
que, una vez abandonadas las aulas, se pueden reactivar para
convertirlas en apoyos adicionales para escalar posiciones dentro de las
estructuras política y administrativa.
La UNAM
Para
el grupo que gobernó México a partir de 1940, de entre todas las
universidades, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) destacó
como almárcigo de políticos. Según las cifras que maneja Smith, para
los niveles superiores de la élite posrevolucionaria, de 50 a 70% de sus
miembros egresaron de la UNAM, cifra que al inicio del gobierno de José
López Portillo llegó a 71%, lo que coincide con los datos de otro
estudioso norteamericano: Roderic Ai Camp en "Mexico's leaders. Their
education and recruitment" (University of Arizona Press, 1980).
En las diez "recomendaciones" que en 1979 hizo Peter Smith al joven que
buscaba hacer una exitosa carrera política en México se encuentra en
primer lugar ésta: "estudie una carrera universitaria, de preferencia en
la UNAM". De ser posible, debería inscribirse en Derecho, aunque
Economía, Ingeniería y Medicina también le serían útiles.
El cambio
Aunque los dos últimos presidentes salidos del PRI, Carlos Salinas y su
sucesor, Ernesto Zedillo, cursaron sus licenciaturas en la UNAM y el
Instituto Politécnico Nacional, respectivamente, con la crisis final del
modelo económico y político postrevolucionario al final del gobierno de
López Portillo la recomendación de Smith dejó de funcionar.
Y
es que el grupo de jóvenes tecnócratas que entonces empezó a desplazar a
los políticos del "nacionalismo revolucionario" de la dirección del
régimen, y que se coaguló en torno a Salinas, hizo del posgrado en
universidades extranjeras y de la licenciatura en universidades
privadas, en particular del ITAM, un prerrequisito de admisión a los
corredores del poder. Sin embargo, de no haber caído asesinado en 1994,
Luis Donaldo Colosio hubiera llegado a "Los Pinos" como el primer
presidente priista egresado de una universidad privada: del ITESM, de la
carrera de Economía. Por tanto, y al menos como precandidato
presidencial priista, Peña Nieto ya tiene un precedente y que no es
accidental sino estructural. En 2002, las cifras de Ai Camp mostraban
que la UNAM declinaba como proveedora de cuadros de la élite política
mexicana, pero también de la económica e incluso la intelectual,
("Mexico's mandarins. Crafting a power elite for the twenty-first
century", Berkeley, 2002).
El viraje hacia el neoliberalismo,
el predominio del mercado y la derechización de la vida política
favorecen hoy el reclutamiento de los cuadros gubernamentales en
universidades privadas de élite y entre los que retornan del posgrado en
el extranjero. Sin embargo, no es claro que este cambio sea del todo
benéfico, pues la investigación -parte fundamental de una atmósfera
universitaria sólida- aún está lejos de arraigar en las universidades
privadas y, además, las instituciones de educación superior privada
mejor evaluadas en México son también microuniversos dominados por la
cultura y los valores de las clases minoritarias. La visión de México y
del mundo que ahí domina puede reforzar los prejuicios que ya se
adquirieron en el hogar, por tanto los jóvenes que se socializan en ese
ambiente universitario viven sin contacto sustantivo con el México
mayoritario, al que se supone que van a administrar y gobernar. De ahí
que no sorprenda la frecuencia con que políticos salidos de ese entorno
muestren con preocupante frecuencia una notable falta de sensibilidad
social.
Es claro que egresar de una universidad pública no
garantiza sensibilidad frente a la suerte de las mayorías que tanto se
necesita en los altos niveles del gobierno, pero sí ayuda. Si Santiago
Creel, egresado de la UNAM, no es el candidato del PAN -cosa muy
probable-, la contienda de 2012 será entre dos productos de
universidades privadas de élite y uno de la UNAM, lo que subrayará la
disyuntiva entre izquierda y derecha en la siguiente elección.
Resumen: "En donde cursaron los candidatos y sus grupos sus estudios
universitarios, implica una diferencia más entre los proyectos de
derecha e izquierda en 2012".- México, D.F.
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*) Historiador y analista político
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