LA JUSTICIA NO ES CIEGA. OBSERVA A LOS TRABAJADORES ORGANIZADOS

Por el compañero Edgar García, de Iztacalco.

"Esta proclividad a delegar no es resultado de una acusada pereza
mental del mexicano...es el resultado de una táctica empleada
con notable éxito, por parte del sistema, contra nosotros.

Yo no le digo a la gente exijan.
Yo les digo: Vamos a organizarnos"

Tomás Mojarro
A todos los compañeros que, organizados,
estarán esta semana en Junta Local.
Adelante.


La Junta Local de Conciliación y Arbitraje de D. F. “La Junta”,compañeros. Instancia legal de manufactura cien por ciento mexicana en donde se dirimen los asuntos laborales de la capital del país. No aquella JLCA que atestigua un mitin o un recuento sindical, donde existe una plena identificación entre los trabajadores de base reunidos. Esta vez les hablo de aquella Junta cotidiana, llena de gente y al mismo tiempo, deshumanizada; activa e inmensamente burocrática.

Contraste permanente ente el ser y deber ser. Institución cuestionada por contradictorias decisiones, presidida por Jesús Campos Linas, abogado de la ANAD (Asociación Nacional de AbogadosDemocráticos).

En fin, me encuentro al frente del edificio de la Junta observando a los trabajadores arribando, preocupados unos, asustados otros, ante el largo camino legal que están recorriendo. Participantes atomizados en la batalla por ganar sus propios derechos, violentados en algún momento por el patrón.

Al frente del edificio, un policía. (No sería muy diferente decir “al frente de la Institución unos granaderos”, pero como ya dije, no me referiré a la Junta cuando se hacen los mítines). Como dije, al frente del edificio un policía, que trata de acatar, bostezando, la orden de que todos entren por la derecha y salgan por la izquierda. Recuerdo que en la realidad, muchas dirigencias de partidos, gobiernos, dirigentes sindicales y abogados hacen exactamente lo contrario. Entran por la izquierda y acaban saliendo por la derecha. Broma cruel, me digo. Eso nos pasa a los mexicanos por delegar en las dirigencias y no madurar para asumir las decisiones como base trabajadora.

Al centro y a los lados de la entrada del gran inmueble, mantas promocionando el “Seguro del Desempleo” del Gobierno local. Mensaje oportuno, cruelmente oportuno, para los compañeros que no se organizan y que tienen que enfrentarse solos, o con un Comité Ejecutivo blanco, a la violación de sus derechos laborales.

En un muro, empotradas las placas del aniversario de la Junta, por sus 75 años, con el nombre del actual “Presidente Legítimo”, Andrés ManuelLópez Obrador, en ese entonces Jefe de Gobierno de la capital e impulsor del IEMS, de las preparatorias del D. F. Abajo, otra placa conmemorando los ochenta años de la misma junta, con el nombre del que entonces era el encargado de despacho, Alejandro Encinas. Hago cuentas, y supongo entonces que en el 2011, el actual Jefe de Gobierno de la Capital, Marcelo Ebrard, tendría que mandar a hacer otra placa. No, me corrijo, para esas fechas ya estará compitiendo por la silla presidencial. No aparecerá su nombre en otra placa como Jefe de Gobierno, celebrando la autonomía de la Junta.

Arriba del dintel, dos grandes mantas de 5 metros cuadrados cada una, amarillentas ya, que previenen contra el “coyotaje”, práctica que en México consiste en ofrecer trámites, reales o no, a cambio de una cantidad de dinero. Enfrente de ambas mantas, un señor de traje, preguntándole a todos los que llegan solos si “ya los están atendiendo”, saludando al mismo tiempo con risas y abrazos a abogados que arriban a la Junta.

En la banqueta, un señor de más de sesenta años, de limpísima camisa de vestir y delantal, quien a pesar de contar con un minúsculo banco, se acomoda a trabajar con una rodillla en el suelo, dándole afanosamente color y brillo al brillante calzado de un individuo de traje que, hablando por teléfono celular, menciona que va a necesitar más dinero, pues “el asunto se está complicando demasiado”. El bolero,ajeno a la conversación telefónica, en una edad que debería estar a un tris de la jubilación, se encuentra apurado, en abierta competencia con otro joven aseador de calzado, quien lo iguala en rapidez.

A unos cinco pasos, un muro de puestos “semifijos”, donde se ofrece desde fotocopias, comida, revistas y periódicos, agendas, bolsos de mano... en fin, una cantidad de mercancías en medio de la completa ilegalidad laboral. Economía informal, dirían los elegantes.

Observo que las únicos rostros tranquilos son los de sujetos que se saludan con el mote de “Lic”, quienes de pie en la entrada del edificio, se encuentran a la espera del trabajador, o a la caza de la víctima que no cuente con un sindicato democrático que le defienda. Rostros acostumbrados al abuso del patrón sobre el trabajador.

En ese momento, me alegra ver caras de compañeros conocidos, que llegan a sus audiencias de buen ánimo porque saben que estamos haciendo lo correcto, participando activamente en un sindicato que convertirá cada triunfo individual en una victoria colectiva. Una reinstalación, una antigüedad laboral reconocida, cualquier derecho restituido, allanará el camino de otros, que jamás tendrán que transitar este camino. Beneficiará incluso a los compas que se han declarado ajenos a los problemas laborales.

Animado, entro al inmueble con los compañeros pero encuentro pasillos donde un maremágnum de litigantes, demandados y demandantes enfrentan interminables trámites y audiencias. Escenario que contrasta con el otro lado de las ventanillas, donde algunas secretarias adscritas a la Junta se encuentran aparentemente en calma, pero en algún caso presionando al trabajador demandante para que sea breve en sus declaraciones. Situación que intenta negar el conflicto, la contradicción, el estira y afloja imperante, como si el trabajador estuviera ahí por gusto. Los funcionarios de la Junta, con una rutina necesaria de archivos, de capturas y de legajos. Rutina que vuelve ajena e impersonal, a querer o no, la problemática humana de aquél al que le niegan sus derechos laborales.

Adentro, observo las expresiones abrumadas de los abogados del IEMS, del patrón, quienes sonríen sólo al ver a algún funcionario conocido de la Junta, pues saben que tienen que presentarse a varias audiencias en estos días, a raíz de las demandas interpuestas por mis compañeros.

Salgo del edificio y me aborda de repente un compa. “Qué onda”, me dice, “¿también demandaste?” “no, vengo como testigo", le respondo. Aprovecho para preguntarle por la hora de su audiencia, a lo que me contesta que a las once, pero que hay que estar temprano, antes de la hora, porque aunque los mexicanos tenemos fama de no ser puntuales, eso no aplica cuando de asuntos legales o económicos se trata. Nos despedimos, le deseo suerte y pienso que tiene razón, mientras lo veo alejarse, entrando rápidamente para ser devorado por esta inmensa ballena, para ir al encuentro de los demás compañeros. Valiente Jonás, me digo,que espera salir triunfante con el apoyo del sindicato organizado desde la base.

En fin, les decía al principio que al frente de la contrastante Junta Local se encuentra el contradictorio Jesús Campos Linas, abogado perteneciente a la ANAD, a donde pertenece también el prestigiado abogado laboralista y gran articulista Arturo Alcalde Justiniani, otro causante de acciones incongruentes, calificando en los diarios de“caminito fácil” y “apoyo para los sindicatos ilegítimos” la Jurisprudencia que él mismo utilizó para que el Comité Ejecutivo de SITIEMS resucitara de sus cenizas, a costa de sus propios afiliados y en contra de una lucha auténtica de todos los trabajadores. Aparentemente contradictoria, su decisión de dejar el SITIEMS después de perpetrar (conozco la definición del verbo) la firma de un CCT mínimo, aquí, en la Junta Local, hace unos días. El prestigio que obliga a que su nombre ya no aparezca junto a las siglas SITIEMS, fue la razón de la supuesta renuncia. Sin embargo, el nombre de Eduardo Díaz, abogado del mismo despacho, no aparece en dicha dimisión, por lo que sospecho entonces que sigue su asesoría.

Volteo a ver la banqueta y veo al bolero cansado ya y estirando las piernas, quien esperando al próximo cliente, observa a la gente y se percata, mucho mejor que yo, de la realidad laboral de este país.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario