EN MEMORIA DE OTHON SALAZAR

Compañer@:
Te entregamos dos textos acerca del profesor Othón Salazar Ramírez, normalista y líder sindical fallecido este este 4 de diciembre.

En memoria de el profesor Othón Salazar Ramírez

Adolfo Sánchez Rebolledo.
“Tengo los ojos ciegos de mirar tanta miseria y opresión en Guerrero”, dijo Othón Salazar. Marxista desde joven, entiende la misión del magisterio como actividad liberadora de las conciencias: sembrar en la infancia las semillas de la libertad por el conocimiento es el primer paso hacia la emancipación, tal como la entiende el pueblo mexicano a través de su historia, mirándose en el espejo de sus héroes, en las lecciones ejemplares extraídas de una realidad de revueltas y revoluciones.
Othón reivindica como propios los valores de la Ilustración que sustentan el laicismo, dándole sentido y continuidad a la gesta inconclusa de la historia patria. Con esa emoción se acerca a la figura del insurgente Vicente Guerrero y recupera la imagen de Lázaro Cárdenas sin jamás hacer a un lado sus convicciones socialistas, faro y guía de su vida pública.
Sus ideas y especial carisma, revelado en su capacidad oratoria, lo llevan a liderar huelgas y acciones estudiantiles, a la resistencia gremial y a encabezar el gran movimiento magisterial que, junto con las movilizaciones de los ferrocarrileros y otros grupos de trabajadores ferozmente reprimidos, marca el comienzo de la era “del desarrollo estabilizador”.
Preso por su actividad sindical, se le despoja de todos sus derechos sindicales y laborales. Se le quita la plaza y se le estigmatiza desde el poder, junto a sus camaradas de la sección 9 del SNTE. Hoy, medio siglo después, la Secretaría de Educación Pública carga con el peso político y moral de esta injusticia, y todo para no contrariar a los dueños espurios del sindicato, socios del actual gobierno panista. No le pueden perdonar a Othón que defendiera el derecho de todos los mexicanos a una educación libre, impartida por maestros y maestras comprometidos con la historia y el futuro del país, responsables de sus actos y no meros empleados al servicio de la burocracia estatal.
En una u otra trinchera, es el mismo hombre coherente que entiende la política bajo la óptica de los principios y los valores éticos. Por eso es incorruptible y flexible a la vez. Cuando parecía imposible ganarle las elecciones al poder atávico del priísmo local, la comunidad de Alcozauca demostró que la democracia no era, como se solía argumentar, un asunto exclusivamente urbano. Allí la izquierda obtuvo su primera victoria moderna y abrió, simbólicamente, un nuevo horizonte en una región golpeada por la violencia y el hambre.
Durante su gestión al frente de la presidencia municipal de Alcozauca procura cambiar la relación con las comunidades. La primera obra se inaugura en una población priísta que no votó por él.
Durante tres años, el miserable presupuesto municipal se distribuirá conforme a las decisiones adoptadas por las comunidades; por igual se brindan otros servicios y se auxilia a quienes así lo decidan a impulsar proyectos productivos de mayor aliento con el concurso voluntario de profesionales y técnicos universitarios. Pero el maestro Othón sabe que las deficiencias seculares son un pozo sin fondo al que sólo se puede atacar elevando la conciencia y el nivel de organización de los pueblos de la Montaña.
Hace unos años, el Congreso de Guerrero distinguió merecidamente al maestro Othón Salazar con la máxima distinción, que lleva el nombre del héroe de la independencia. ¿No es hora de que la izquierda haga lo propio, más allá de partidarismos excluyentes?

Othón Salazar: la dignidad revolucionaria

Tanalís Padilla
A sus casi 84 años de edad Othón Salazar se sigue expresando con la tonalidad de un gran orador. Sus palabras son precisas y en ellas se vislumbra esa preocupación social que tanto se le impregnó al magisterio durante el cardenismo. Desde muy joven Othón cultivó su habilidad como orador. Solo, se ponía a practicar en el campo. “Yo me fijaba que no hubiera nadie –relata–, pero una vez estaba un campesino escondido y escuchó el discurso y cuando yo terminé salió y me dijo ‘le sale bien’.” Othón, como otros líderes populares, encarna un proceso social más amplio y su lucha al frente de los maestros fue un importante ejemplo de la defensa de los logros revolucionarios que, a través del siglo XX, se seguiría dando en México.
Hijo de padre panadero y madre campesina, Othón tuvo que trabajar desde muy chico. De niño salía a cortar leña a las tres de la madrugada. En la oscuridad le era difícil distinguir entre las ramas secas y las verdes, pero para el amanecer tenía que llegar a su casa con un tercio de leña. De allí se iba a la escuela. “Quizás por eso –reflexiona– la escuela fue para mí algo que sin que nadie me dijera nada yo sentía la necesidad de aprovechar cuanto se pudiera.”
Othón llegó a la normal de Oaxtepec en 1942. Allí, “los maestros veían los últimos relámpagos de la revolución. Eran maestros y maestras todos con inquietudes sociales”.
Cursó sólo el primer año en Oaxtepec. El segundo lo hizo en Ayotzinapa y el tercero en la Escuela Nacional de Maestros. Después ingresó a la Normal Superior, donde estudió cuatro años, especializándose en ciencias sociales para la enseñanza del civismo. En 1954 sería importante dirigente de la primera huelga de la Normal Superior.
Cuando, en 1956, los líderes oficiales del SNTE negociaron un incremento salarial que no llegaba ni a la mitad de la demanda inicial, Othón decidió convocar a un mitin de protesta. Poco después, una asamblea independiente lo eligió representante, formando las bases para el Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM) que se constituiría a finales de 1957 y cuya presencia en las escuelas primarias del Distrito Federal se iría expandiendo. En el siguiente año el MRM estaría al frente de una de las luchas magisteriales más importantes. Las movilizaciones a las que convocaba eran atendidas por un amplio sector social, y el gobierno, al reprimirlas, como hizo con la marcha del 12 de abril de 1958, fomentaba un descontento social que llevaba años gestándose. Mientras las autoridades rehusaban reconocer al MRM, éste tenía cada vez más capacidad de convocatoria y el 30 de abril los maestros tomaron las oficinas de la SEP y obligando al gobierno a negociar.
En agosto, en un congreso paralelo, los maestros de la ciudad de México eligieron a Othón como su legítimo representante, pero ante este gesto de autonomía sindical, la posición del gobierno se fue endureciendo. La manifestación del 8 de septiembre fue reprimida, y Othón, aprehendido. Las autoridades llegaron temprano a su casa, lo amarraron y lo vendaron. Lo sometieron después a violentos interrogatorios y le exigieron que confesara cuántos rublos recibía de la Unión Soviética. Lo mantuvieron secuestrado nueve días antes de procesarlo. Acusado de disolución social, fue encerrado en Lecumberri, pero, gracias a las grandes movilizaciones por su libertad, permaneció allí sólo tres meses.
Efervescencia laboral
El año de 1958 fue de gran efervescencia laboral y los maestros del MRM estuvieron entre sus principales protagonistas. Ese mismo año las movilizaciones de los telegrafistas, petroleros y ferrocarrileros conmovieron al país. Las luchas tenían sus orígenes en demandas económicas, pero su aspiración por la democracia sindical tenía implicaciones mucho más amplias, que sacudirían las estructuras mismas del PRI. A una década del charrazo y en pleno milagro mexicano, los trabajadores mostraban con su inconformidad las condiciones laborales que las estadísticas del milagroso crecimiento económico ocultaban. Su presencia desmentía otro mito, el de la llamada paxpriísta. La represión del gobierno sería un presagio de la brutalidad oficial que se cometería 10 años después en la plaza de Tlatelolco.
Con mano dura el gobierno lograría derrotar estos movimientos que se proponían democratizar al sistema. Pero no pudo silenciar a los participantes, que seguían empeñados en mantener vivas las causas populares. Othón continuaría su lucha en el magisterio y en 1960 participaría en otra huelga en la Escuela Nacional de Maestros. Pero esta toma de la normal por la corriente democrática de la sección 9 del SNTE fue reprimida y en represalia Othón fue cesado, una condición que padece hasta el presente. Desde entonces ha vivido una situación económica precaria, agraviada ahora por su avanzada edad. Sin embargo, sigue regresando a Alcozauca, su natal pueblo en Guerrero, y recorre la región de la Montaña escuchando y asesorando a los que allí se organizan.
De las filas de los normalistas han salido un notable número de luchadores sociales, importante indicio del poder que tiene la educación para crear conciencia. Junto con el reparto agrario, los derechos laborales, y la afirmación que las riquezas del subsuelo eran propiedad de la nación, el proyecto educativo fue uno de los más importantes legados de la revolución. Ante gobernantes que se han propuesto desmantelar estas conquistas revolucionarias, han salido a las calles aquellos que no se resignan ante justificaciones indignas. Othón Salazar es un símbolo de este proceso y su ejemplo un caso de la dignidad revolucionaria que, por más que los gobernantes han querido tratar de ignorar o reprimir, sigue recorriendo el territorio mexicano.

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